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Évaluation
★
No llegamos a probar nada. Indico el motivo, que no hay que dejar pasar estas cositas. Nos colocaron en un rincón donde la mesa estaba, y es literal, pegada incómoda y peligrosamente a un extintor que ocupaba parte de la misma, invadiendo el espacio del comensal. Lo de peligroso es consecuencia de saltarse las normas de seguridad a la torera. Luego pasa lo que pasa. Solo se podía acceder al extintor aplastando al cliente o levantándolo por los aires, que además ni siquiera estaba señalizado, al estar el cartelito para tal fin apoyado en la manivela de accionamiento de la misma botella oculto a cualquier perspectiva. La mesa era de 50X50, quizá incluso menor, abarrotada, no podía ser de otra forma, de copas, platos y cubiertos. No llegamos a descubrir donde colocan lo que sale de cocina, tampoco había sitio para enseres auxiliares, ya que en el ángulo opuesto al del rincón del extintor estaba el pasillo por donde desfilan los camareros y los clientes. Vaya un lugar perfecto para fastidiarte una cena tranquila y relajada en una población tan divina como Cartagena. Al hacerle saber al responsable de la sala la incómoda velada que nos esperaba gracias a su alterado sentido espacial, quiso repararlo retirando dos palmos la mesa del extintor. Si a esta cuestión le sumamos, que a pesar de que llamamos para reservar y retrasamos la cena a petición de quien nos atendió; una vez que ocupamos esa mesa en un espacio donde no cabe ni mesa, ni nada ni nadie, una pareja entró en la sala y les fue asignada una mesa donde realmente además de comer, y me refiero al acto nutricional, se podía disfrutar del final de un maravilloso día cartagenero. Decidimos marcharnos, solo por una cuestión, no íbamos a cenar a gusto. No voy a entrar en otros detalles, que los hay, y no son precisamente los propios de uno de los mejores restaurantes de una ciudad, solo decirles a quien o quienes regentan el local, que tienen un restaurante en un enclave maravilloso, que dicen quienes nos lo recomendaron que la cocina es excelente. No lo sé, tal vez lo sea, tal vez no. El caso es que el confort y la seguridad son dos cuestiones tan importantes como la cocina y tras nuestra negativa experiencia, aseguramos que ambos dejan mucho que desear y en ningún caso, sobre todo la falta en la seguridad, quedaría compensada ni con exquisiteces principescas. A veces son estas o similares cuestiones como la dejadez en la supervisión o quizá un exceso de confianza, las que llevan a la debacle a un restaurante que tal vez en otro momento estuvo dedicado al goce de su público. En este caso, la inapropiada dimensión del espacio del local, probablemente un despiste de sencilla reparación, ha disuadido a clientes. Digo despiste por que está claro, esto no lo hacen para ganar mas dinero, así lo pierden.