Cenamos estupendamente.Aconsejados por Pierrot nos tomamos un entrecot delicioso con unas patatas fritas buenísimas y ensalada. De postre no hay que dejar de probar la magnífica tarta tibia fina de manzanas, un regalo al paladar.El trato de Pierrot magnífico, además con la ventaja de que habla muy bien español, ha vivido unos años en Ibiza y aprendió bien la lengua.Como colofón, el precio de la comida muy bueno, la relación calidad/precio muy ventajosa.A repetir y varias veces...